jueves, 24 de enero de 2008

En la Oscuridad del Ser


En la oscuridad del ser, sin luz, sin caminos, sin tiempo, sin una isla cercana donde anclar las emociones, se desplaza lentamente un pensamiento volátil de la mente del hombre.
Camina con los fantasmas del recuerdo y la sombra de un futuro incierto, llamando con un grito que se desvanece en los barrotes de las horas y los pensamientos se mecen solitarios tratando de llegar a un lugar donde encontrar la libertad, empujados por los propios pasos.
El hombre construye relojes para quedar preso en sus manillas, caminos que escasamente recorre, trenes perdidos en una maleza de pensamientos indomables, armas para luchar contra sus propios sueños y tal vez, derrotarlos por el cansancio de querer tomarlos entre sus manos, sin poder lograrlo.
Se sienta en mesas donde comparte un vino solitario llamado elixir de vida, enfriado por el gélido suspiro de buenos momentos que han muerto y otros que se anhelan, y si un día detiene su reloj, todo se aquieta, se despide hacia un mundo desconocido, dejando los relojes, los caminos, las mesas, los vinos y los sueños.
Las sombras del presente y del pasado se unen, en una caminata larga hacia un templo de emociones, un refugio donde discuten el futuro, fuman un cigarrillo encendido por ideas y allí, cautivas en una gota de tiempo, fluyen construyendo más ideas en la oscuridad de la noche hasta formar una nube humeante llena de cansancio.
Y en el filo de dos mundos, donde el tiempo existe y por momentos dejan de existir, esperan el tren de la vida y sus horas.
La oscuridad del ser trae desde la sombra su luz y allí renace el hombre, los relojes se detienen y continua derribando las sombras para llegar a la tierra de sus anhelos.